31 oct 2013

No todo lo que es oro brilla: El lado oscuro de Steve Jobs.




Casi todas las biografías sobre Steve Jobs, las oficiales y las no autorizadas, coinciden en que el genio de Apple tuvo un carácter irascible y difícil de controlar. Sin embargo, fue un hombre que no quiso reconocer la paternidad de la hija que tuvo con Chrisann Brennan, su novia durante los años universitarios.

Brennan, quien acaba de publicar un libro sobre su vida junto a Jobs, asegura que ella fue su primera novia formal y que tuvieron una relación llena de altibajos. Su embarazo, además, complicó las cosas aún más entre ambos. El creador del iPhone llegó a hacerse una prueba de paternidad dos años después de que hubieran terminado, en 1979, y aún así declaró que cualquiera en Estados Unidos podía ser el padre de esa niña.

Brennan y Jobs se conocieron en 1972, y al poco tiempo comenzaron una relación que duró hasta 1977.

Fruto de ella, tuvieron una hija, Lisa, a la que él nunca quiso reconocer.

En su afán negador, llegó a afirmar que era estéril, pero un análisis de ADN en 1980 lo obligó a aceptar su paternidad. Aún así, siguió denigrando a la hija y a la madre, asegurando que “el 28% de la población masculina de los Estados Unidos podría ser el padre”.

A la par que sostenía esta campaña difamatoria, Steve Jobs envió a su maestro zen para comprarle a la niña.

Con el tiempo, terminó aceptándola y se mantuvo en contacto con ella en sus últimos años de vida. Lisa tiene hoy 35 años y es periodista. Se formó en Harvard con el apoyo de Jobs.

Al margen de la traumática relación que tuvo con ella y con su hija, Brennan lo recuerda como un hombre que se sentía muy inseguro por haber sido adoptado. Estaba desesperado por buscar estabilidad y plenitud a través de todo tipo de terapias y sistemas de creencias.

Clara Jobs, su madre adoptiva, admitió que “temía amarlo”, que de niño era sumamente conflictivo y que ella y su marido, Paul, llegaron a arrepentirse de haberlo adoptado.

En su búsqueda de una identidad, Jobs probó todo tipo de drogas, desde marihuana hasta LSD.

Otra de sus excentricidades era asegurar que en otra vida había sido piloto de la Segunda Guerra Mundial. 

Decía convencido que moriría a los 42 años.

Pero a pesar de todo, Brennan reconoce haberlo amado profundamente por su belleza, su genialidad y su “sublime forma de hacer el amor“. Steve Jobs murió de cáncer el 4 de octubre de 2011.





Ahora que Steve Jobs descansa en paz, que ya se han dicho los últimos discursos en su nombre y la gigantesca ola de homenajes comienza a decaer, ha comenzado a emerger, inevitablemente quizás, un lado más oscuro del fundador y maestro de Apple. 

En artículos e historias de periódicos, revistas y blogs, y en la biografía “Steve Jobs”, el retrato de este perfecto genio de la tecnología y el marketing revela algunas trizaduras. 

“Era un tirano”, susurró The New York Times. “Disfrutaba humillando públicamente a sus empleados”, murmuró Fortune. “En estricta verdad, Jobs podía ser terrible con la gente y su impacto en el mundo no fue totalmente positivo”, sentenció el medio online Gawker.

La primera muestra de su considerable ego y agresivo temperamento quedó estampada, según la nueva biografía escrita por Walter Isaacson, en su salida de Apple en 1985, después de una apasionada discusión con el entonces CEO, John Sculley. Jobs se despidió con un portazo, creó una nueva empresa –NeXT Computer– y en 1986 adquirió la división de animación computarizada de Lucasfilm.Inc convirtiéndola poco después en los estudios Pixar. En 1996 regresó como un glorioso general después de la batalla a Apple, y desde un principio hizo sentir el poder de su renovada fuerza y prestigio.

Según Gawker, incluso antes de su primera partida, Jobs ya tenía la reputación de un tirano. “Abusaba regularmente de sus empleados, los insultaba y los presionaba hasta quebrarlos emocionalmente. En su búsqueda de grandeza, dejó de lado la diplomacia y la empatía. Su abuso verbal nunca se detuvo”.

Fortune publicó un artículo donde relataba una “jornada de humillación” que Jobs habría ejercido sobre uno de sus equipos de trabajo. “Han manchado la reputación de Apple”, les reprochó, “deberían odiarse unos a otros por haber traicionado la confianza de cada uno”.





Líder avaro

A diferencia de Bill Gates o Warren Buffet, que han anunciado su intención de donar la mayor parte de su fortuna a obras filantrópicas, Jobs, a pesar de haber acumulado una fortuna personal de alrededor de 7 mil millones de dólares, nunca colaboró, al menos públicamente, en causas de caridad o beneficencia. En 1997, tras su regreso a Apple, clausuró todos los programas filantrópicos de la compañía y a pesar de sus extraordinarias ganancias, nunca volvió a reinstaurarlos.

El año pasado, después de un reportaje del Daily Mail británico sobre las condiciones de trabajo en las fábricas de Apple en China, la compañía publicó un informe que reconocía que el problema de los “trabajadores menores de edad” se había agravado en el último tiempo, y que muchas fábricas relacionadas con la empresa no solo contrataban a niños menores de 16 años –la edad legal para conseguir un trabajo en China–, sino que los sometían a duras labores durante largas horas.

“La fábrica a su máxima producción, operando 24 horas al día, siete días a la semana para satisfacer la demanda global por computadores y teléfonos de Apple, comienza su día típico con el himno chino estallando por los parlantes: levántate, levántate, levántate, millones de corazones y una sola mente”, escribió en su informe el Daily Mail. “Los empleados generalmente trabajan por períodos de 15 horas diarias y duermen en habitaciones que parecen prisiones, en camarotes y con planchas de bambú como colchones. A pesar de las temperaturas de 35 grados con 90 por ciento de humedad, no hay aire acondicionado, y los trabajadores aseguran que en ocasiones hay hasta 40 personas hacinadas en piezas que además permanecen infestadas con hormigas y cucarachas”…

El mismo periódico informó en mayo del año pasado sobre la ola de suicidios en Foxconn, una fábrica afiliada a Apple donde trabajan más de 40 mil trabajadores. Hasta el momento, ha habido 12 intentos de suicidio –10 con éxito–, donde jóvenes empleados simplemente se lanzan por las ventanas del triste edificio de concreto donde viven y trabajan.

Uno de los aspectos más siniestros de la personalidad y ética de trabajo de Jobs, asegura Gawker, era su autoritarismo. Tratándose de una compañía que promueve un ideal de libertad, donde todos tienen una voz y, más importante aun, tienen el derecho a usarla, Apple puede parecer a veces sorprendentemente antidemocrática. “Con la excusa de proteger a los niños de la pornografía y el erotismo, y a los adultos de unos y otros, Jobs impidió en algún momento instalar en sus productos aplicaciones con arte gay, caricaturas políticas, panfletos de congresistas, portafolios fotográficos de Vogue y cualquier otra cosa que pudiera parecerle moralmente sospechosa”, señala el sitio web. “Los aparatos de Apple nos han conectado a un mundo de información, pero no permiten la plena expresión de ideas. De hecho, la gente a la que supuestamente Apple sirve –los rebeldes, los revolucionarios– ha sido la más afectada por las prácticas de Jobs”.

En su decisión de mantener sus productos rodeados de misterio, el equipo legal de la empresa ha actuado a veces con los escrúpulos y técnicas de una policía secreta. En 2005, por ejemplo, Apple presentó una demanda contra un bloguero de 19 años, Nick Ciarelli, por haber revelado los planes de Apple de lanzar el Mac Mini. Ciarelli se vio obligado a clausurar definitivamente su blog. Poco más tarde, el conocido blog de tecnología Gizmodo sufrió un incidente similar cuando posteó un video del prototipo del iPhone 4. En lo que Gawker llama, “tendencias fascistas de Apple”, la casa de uno de los editores fue rastreada por agentes de seguridad privados ligados a la empresa.





El éxito de Steve Jobs, podrían sugerir algunos, no habría existido si su carácter hubiera sido más discreto y conciliador. Las grandes empresas requieren grandes líderes, y los grandes líderes, de una forma u otra, se distinguen a menudo por su fuerte personalidad, determinación y temperamento. Jobs parece confirmar la teoría de que cada icono tiene dos caras.

(Fuentes) 

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